En la imgen vemos la Huaylia Mollebambina de paso por el frontis
del Palacio de Gobierno (Lima, Perú)
Por su majestuosidad, baile fue reconocido como Patrimonio Cultural de la Naciónal.
(El Comercio) Durante todo diciembre, en los pueblos altoandinos más humildes de la sierra peruana, se escucha y se baila al son de una sola palabra: "¡Huaylía!" (¡Aleluya!). Se trata de una plegaria y del nombre de una danza a la vez, se trata de una manifestación de amor y arte a través de la cual campesinos oriundos de Apurímac, Ayacucho y Huancavelica expresan su alegría por el nacimiento del niño Manuelito, nombre que le dan a Jesús recién nacido. Se trata de un símbolo de adoración que llega a representarse una y otra vez hasta el 6 de enero, fecha en la que los reyes magos bajan a adorar al hijo de Dios.
Reconocida hace seis años como Patrimonio Cultural de la Nación, la huaylía es una antigua danza andina integrada por bailarines disfrazados de diversos personajes extraídos de la vida de las mismas comunidades serranas. Estos, ataviados con vistosos trajes y máscaras, buscan mantener a través del tiempo el esplendor, la agilidad, la gallardía, la fuerza y la cadencia de los diferentes pasos que componen las coreografías.
La música de la huaylía se alza únicamente sobre los sonidos emitidos por matracas y sonajas, las cuales suelen ser acompañados por un melódico coro de voces y unos incansables zapateos.
De acuerdo con el lugar donde se baile, la tradición cambia. En Antabamba, una de las provincias más pobres de Apurímac, por ejemplo, el protagonista del baile es el incachu, una suerte de bufón que, cajón al hombro y charango al brazo, tiene la misión de alegrar a quienes admiran el espectáculo, pues cree que si la gente está contenta, el pequeño Manuelito también lo estará
De acuerdo con el lugar donde se baile, la tradición cambia. En Antabamba, una de las provincias más pobres de Apurímac, por ejemplo, el protagonista del baile es el incachu, una suerte de bufón que, cajón al hombro y charango al brazo, tiene la misión de alegrar a quienes admiran el espectáculo, pues cree que si la gente está contenta, el pequeño Manuelito también lo estará
Nota del El Comercio: ¡La huaylía se baila hasta que bajen los reyes magos!
Y la tradición seguirá, feliz reyes a todos.
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