Mi Mollebamba
Encinto mi memoria
y empiezo el viaje.
Llevo el agua cristalina de tu sonrisa,
cargo en mi alforja tu honestidad,
me alejo sin retirarme
y en cada paso que doy me regocijo de ti,
mi Mollebamba.
Ya en el camino, con las gentes
viviré la ternura al pronunciar tu nombre,
compartiré la musicalidad de tu alma,
deletrearé con pausa tu presente,
acuñaré tu valor en el espacio,
viviré con potencia tu futuro,
y desde la vigilia
gritaré tus ansías,
mi Mollebamba.
Soy un buen arriero,
me forjaste a la medida de la tierra.
Desde el vértigo de tus apus,
con el enigma de la tinka.
Desde el espíritu secreto de tus hojas
y con la esperanzadora magia de lo bello.
Con el exuberante verbo de un Lunarejo
y con la firmeza de tu voz telúrica.
Siempre al borde del encanto del río
y en solidario canto del ayne.
Con el tañer de la vieja campana y
y bajo recio sol del trabajo diario.
Desde la pupila de mi madre
y con el evangelio de tu amor eterno.
Ya nada me falta, porque estoy hecho de ti,
Mi Mollebamba.
Hoy gracias a ti, no camino solo
me acompañan tus días,
me arrullo en tus noches,
percibo desde tus hombros,
camino con tus sandalias,
me increpo en tu clamor,
acaricio tus ganas,
te llevo en el pecho,
canto con todos...
... y te veo,
una y mil veces con el pensamiento,
mi Mollebamba.
Encinto mi memoria
y empiezo el viaje.
Llevo el agua cristalina de tu sonrisa,
cargo en mi alforja tu honestidad,
me alejo sin retirarme
y en cada paso que doy me regocijo de ti,
mi Mollebamba.
Ya en el camino, con las gentes
viviré la ternura al pronunciar tu nombre,
compartiré la musicalidad de tu alma,
deletrearé con pausa tu presente,
acuñaré tu valor en el espacio,
viviré con potencia tu futuro,
y desde la vigilia
gritaré tus ansías,
mi Mollebamba.
Soy un buen arriero,
me forjaste a la medida de la tierra.
Desde el vértigo de tus apus,
con el enigma de la tinka.
Desde el espíritu secreto de tus hojas
y con la esperanzadora magia de lo bello.
Con el exuberante verbo de un Lunarejo
y con la firmeza de tu voz telúrica.
Siempre al borde del encanto del río
y en solidario canto del ayne.
Con el tañer de la vieja campana y
y bajo recio sol del trabajo diario.
Desde la pupila de mi madre
y con el evangelio de tu amor eterno.
Ya nada me falta, porque estoy hecho de ti,
Mi Mollebamba.
Hoy gracias a ti, no camino solo
me acompañan tus días,
me arrullo en tus noches,
percibo desde tus hombros,
camino con tus sandalias,
me increpo en tu clamor,
acaricio tus ganas,
te llevo en el pecho,
canto con todos...
... y te veo,
una y mil veces con el pensamiento,
mi Mollebamba.
Cristóbal Suárez Guerrero
Salamanca, 23 de abril de 2000
Salamanca, 23 de abril de 2000
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